miércoles, 25 de julio de 2018
Transduccon de señales
domingo, 22 de julio de 2018
Bioquímica tejido conjuntivo.
El tejido conjuntivo y el tejido muscular constituyen, en conjunto, la masa corporal más abundante del organismo humano. Sus funciones son muy distintas y su capacidad metabólica muy diferente.
El tejido conjuntivo determina, como su nombre lo indica, la cohesión o asociación de células en los distintos órganos y la interrelación entre los diferentes órganos, así como la configuración y el mantenimiento de la postura.
El tejido conjuntivo se caracteriza por poseer una extensa matriz extra-celular y, por tanto, presenta una actividad metabólica relativamente baja, limitada a los componentes celulares.
El tejido muscular constituye un sistema único dotado de la capacidad para transformar directamente la energía química en energía mecánica lo cual confiere libertad de desplazamiento a los animales y la realización tanto de un trabajo mecánico como de carácter intelectual dado que, en ultima instancia, los músculos constituyen el órgano de expresión del cerebro.
La actividad metabólica del tejido muscular es relativamente elevada y, lo que es mas importante, muy variable en relación con la intensidad y duración del esfuerzo y de la masa muscular implicada. imagen del tejido conjuntivo.
ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DEL TEJIDO CONJUNTIVO
Los componentes básicos del tejido conjuntivo son muy parecidos en todos los órganos y regiones del cuerpo si bien las proporciones relativas de cada uno de ellos varían de un lugar a otro. En cada uno de los tejidos y estructuras de tipo conjuntivo, podemos distinguir:
Un componente celular, constituido por elementos capaces de sintetizar proteínas de naturaleza fibrilar, glucoproteínas y polisacáridos. Una matriz extra-celular, constituida por moléculas de colágeno (de naturaleza fibrilar y no fibrilar) y por fibras de elastina, por glucoproteínas (de carácter estructural y modulador) y por glucosaminoglicanos. PROTEÍNAS DEL TEJIDO CONJUNTIVO MOLÉCULAS DE COLÁGENO Y FIBRAS DE COLÁGENO El colágeno constituye alrededor del 25% de la masa de la proteína total en los vertebrados siendo, por tanto, la proteína mas abundante del organismo. El colágeno es una proteína fibrilar, alargada, que destaca por su especial composición en aminoácidos y por el particular ordenamiento de las moléculas que constituyen la unidad fibrosa básica. + El constituyente básico, primario, de las fibras de colágeno es el denominado tropocolágeno, sintetizado en el interior de los fibroblastos, pero "ensamblado" en microfibrillas en el espacio extracelular. Las moléculas de tropocolágeno poseen unos 340 nm de largo y alrededor de 1,4 nm de diámetro, con un peso molecular de 285.000 D, aproximadamente. Cada molécula esta constituida por tres cadenas polipeptídicas (integrada cada una de ellas por unos mil aminoácidos ). Estas cadenas polipeptídicas se enrollan una sobre otra, en una disposición helicoidal, existiendo 3,3 residuos de aminoácidos por cada vuelta de tornillo de hélice. TIPOS DE TEJIDO CONJUNTIVO Las células del tejido conjuntivo, junto con los productos elaborados por ellas (fibras de colágeno, de elastina, la sustancia fundamental, etc.) pueden combinarse en diversas proporciones dando lugar a distintos tipos o variedades de tejido conjuntivo que se diferencian por el componente que predomina en cada uno de ellos o por las características estructurales y funcionales de estos. En general, podemos distinguir los siguientes tipos o variedades de tejido conjuntivo. Tejido conjuntivo en sentido estricto: laxo y denso. Tejido cartilaginoso. Tejido óseo. Tejido conjuntivo de características especiales: elástico, reticular-hemocitopoyético, mucoso y adiposo.
Bibliografía
Banks P, Barthey W, Birt LM. The biochemistry of tissues. Jonh Wiley and Sons. Gartner LP, Hiatt JL. Histología: Texto y atlas. McGraw-Hill. Interamericana. Junqueira LC, Carneiro J. Histología básica. 4ta ed. Barcelona: Masson. Lamb DR. Fisiología del ejercicio. McMillan Publishing Co, Inc. Maru Ramos en 21:14
jueves, 19 de julio de 2018
Dirigentes
Presidieron la ceremonia Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores.
Homero Acosta Álvarez, Secretario del Consejo de Estado.
Ricardo Cabrisas Ruiz, Vicepresidente del Consejo de Ministros.
José Ramón Balaguer, Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales.
Miguel Mario Cabrera Castellanos, Jefe de la Dirección de Cuadros del Estado y el Gobierno, así como viceministros del MINREX y miembros del Consejo de Dirección del organismo.
domingo, 15 de julio de 2018
Los musculos
Musculos.
Por Dr. Jorge Luis Góngora Cedeño
La palabra músculo procede del latín musculusque significa ‘ratónpequeño’. Los músculos pueden considerarse los «motores» delorganismo. Sus propiedades (excitabilidad, contractibilidad, elas-ticidad, etc.) les permiten generar fuerza y movimiento.
El sistema nervioso es indispensable para su funcionamiento.Los músculos estriadosesqueléticos están constituidos por célu-las alargadas: las fibras musculares.
Estas fibras, que se organi-zan en fascículos, se unifican por medio de envolturas elásticas.Cada fibra muscular presenta numerosos núcleos distribuidos enla periferia de la célula.
Está delimitada por una membrana (sar-colema) y contiene en su citoplasma (sarcoplasma) unas miofi-brillas responsables de la contracción muscular.
Las miofibrillas presentan una estructura filamentosa regular(miofilamentos) que confiere al músculo ese aspecto estriadoque se observa al microscopio.
Una fibra muscular es el resultado de la unión de varias célulasno diferenciadas con un único núcleo denominada mioblasto. Elmiotubo, formado por la unión de los mioblastos, se caracterizapor presentar sus núcleos en posición central. Después, durantela diferenciación del miotubo en fibra muscular, los núcleos vana situarse en la periferia de la célula muscular.
Dopamina y sus receptores.
Vías dopaminérgicas en el Sistema Nervioso Central VÍAS DOPAMINÉRGICAS EN EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
La dopamina es un importante neurotransmisor del Sistema Nervioso Central, tal como descubrió Arvid Carlsson en el año 1959. Este neurotransmisor está involucrado en varias enfermedades neurológicas (enfermedad de Parkinson, corea de Huntington); así como en el «Desorden de Déficit de Atención» (antes denominado «Síndrome de Hiperactividad»); así como en varias patologías endocrinas. La distribución de dopamina en el cerebro es más restringida que la de noradrenalina. Las regiones cerebrales con más abundancia de dopamina incluyen el cuerpo estriado o striatum (parte del «sistema motor extrapiramidal»), ciertas zonas del córtex cerebral, región mesolímbica e hipotálamo, donde actúa como «factor regulador» de la secreción de hormonas hipofisarias (inhibe la secreción de prolactina; e induce la secreción de somatotropina). La síntesis de dopamina parte del aminoácido L-tirosina. En las neuronas dopaminérgicas la conversión de L-tirosina termina en dopamina. En cambio, en otras neuronas, la dopamina se hidroxila hasta noradrenalina; y ésta se N-desmetila hasta adrenalina. La dopamina liberada en la sinapsis es, en gran medida, recapturada a las terminales pre-sinápticas mediante un sistema de transporte activo de monoaminas. La interacción de la dopamina con receptores pre-sinápticos es un mecanismo de retroalimentación que regula la síntesis y liberación de la propia neurona. La dopamina se metaboliza mediante dos enzimas: MAO (Mono-Amino-Oxidasa) de la que existen dos isoenzimas (A y B); y COMT (acrónimo de Catecol-Orto-Metil-Transferasa). Los metabolitos formados son DOPAC (dihidroxifenil-acético) y HVA (ácido homovainíllico). Un derivado sintético de la dopamina (6-hidroxi-dopamina) destruye químicamente las terminales nerviosas dopaminérgicas. Se utiliza en investigaciones farmacodinámicas para causar la ablación farmacológica dopaminérgica. Desde un punto de vista funcional, las vías dopaminérgicas se pueden dividir en tres grupos: a) Motoras (sistema negro-estriado (los axones parten del striatum y alcanzan la sustancia negra – Locus nigra-). b) Conductuales (sistema mesolímbico y mesocortical). c) Endocrinas (desde el hipotálamo a la hipófisis). Ungersedt observó en el año 1968 que la destrucción quirúrgica de las neuronas de los ganglios basales (que incluyen el striatum y el locus nigra) en ratas, éstas quedaban catalépticas, abandonándose hasta el punto de dejarse morir de hambre si no se las alimentaba artificialmente. Este cuadro remeda la enfermedad de Parkinson en humanos en la que también subyace una extensa destrucción de las neuronas dopaminérgicas en el striatum y la sustancia negra (núcleos neuronales de los ganglios basales). La dopamina, al igual que otros neurotransmisores, interacciona sobre receptores pre-sinápticos y post-sinápticos. Cuando lo hace sobre receptores pre-sinápticos inhibe la síntesis y liberación sináptica de dopamina (mecanismo de retroalimentación negativa o feedback negativo). Los receptores dopaminérgicos pre-sinápticos son de tipo D2. Otros receptores dopaminérgicos (D1) intermedian en la vasodilatación renal y la contractilidad cardíaca. Con esta lógica algunos «agonistas dopaminérgicos» se usan para revertir el shock cardiogénico. La interacción farmacológica con receptores tan ubicuos como los dopaminérgicos da lugar a gran variedad de efectos clínicos. No se han conseguido, sin embargo, medicamentos dopaminérgicos con especificidad de acción en áreas cerebrales concretas. Así, el mismo tipo de interacción es terapéutico en una determinada área cerebral, mientras resulta yatrogénico en otra región. Tal es el caso de los medicamentos antipsicóticos, antagonistas del receptor D2. El bloqueo de la actividad dopaminérgica D2 en el sistema mesolímbico es el mecanismo bioquímico que explica el control de los síntomas psicóticos. Sin embargo, el bloqueo de la actividad dopaminérgica D2 en el striatum da lugar a un cuadro extrapiramidal, principal efecto adverso de estos medicamentos. Hallazgos experimentales confirman las observaciones anteriores. Los ratones modificados genéticamente (ratones transgénicos) que no expresan el gen que codifica el receptor D2 muestran una impresionante disminución de los movimientos espontáneos, un escenario que se parece a la situación de inactividad motora característica de los enfermos parkinsonianos. La administración de anfetaminas a ratas da lugar a la biotransformación hasta dopamina y adrenalina. La alteración del patrón de conducta de estos animales es espectacular: dejan su comportamiento habitual, de exploración de su entorno y acicalamiento, realizando otras no relacionadas con los estímulos del entorno, que se podrían definir como comportamientos estereotipados. Por otra parte, las alteraciones motoras inducidas por las anfetaminas son el resultado de la hiperactividad dopaminérgica del striatum. Estas alteraciones motoras se contrarrestan mediante la administración de «antagonistas dopaminérgicos», o tras la destrucción (farmacológica o quirúrgica) de los cuerpos celulares de neuronas del sistema dopaminérgico. [Recuérdese que la destrucción farmacológica de las neuronas dopaminérgicas del striatum se consigue con la inyección de 6-hidroxi-dopamina, tal como se ha explicado antes en este mismo texto]. La anfetamina y la cocaína inhiben los sistemas bioquímicos involucrados en el transporte de la dopamina. Estas sustancias activan las «vías neuronales dopaminérgicas de recompensa» en la región mesolímbica, dando lugar a un cuadro clínico de euforia en humanos. El receptor dopaminérgico involucrado es el D1, como se infiere del hecho de que los ratones transgénicos que no expresan este receptor dopaminérgico se comportan de manera desmotivada, mostrándose indiferentes ante la presencia de alimento y otros estímulos, tanto placenteros como potencialmente peligrosos. Estos ratones transgénicos carentes de receptores D1 no modifican su conducta cuando se les suministra anfetamina o cocaína. Las vías dopaminérgicas hipotalámico-hipofisarias se hallan involucradas en la secreción de prolactina. El hipotálamo segrega moléculas y algunos péptidos de pequeño tamaño que controlan la secreción de distintas hormonas desde la hipófisis (glándula pituitaria). Una de estas pequeñas moléculas es la dopamina. Neuronas dopaminérgicas que parten del hipotálamo prolongan sus axones hasta un área especializada de la hipófisis posterior, inhibiendo la secreción de prolactina. Este mecanismo es de importancia primordial. Muchos medicamentos antipsicóticos, al bloquear los receptores D2, anulan el efecto inhibidor que ejerce la dopamina sobre la secreción de prolactina. Consecuentemente, los primeros medicamentos antipsicóticos aumentaban la secreción de prolactina, dando lugar a mastitis, galactorrea en mujeres, y ginecomastia en hombres. Tres «agonistas dopaminérgicos» derivados del ergot (Bromocriptina y, en menor medida, Carbegolina y Pergolida), se usan en situaciones que precisan la inhibición de secreción de prolactina, tales como mastitis, galactorrea; así como en el tratamiento de prolactinomas. En personas normales la dopamina aumenta la secreción hipofisaria de somatotropina (hormona de crecimiento). La Bromocriptina («agonista dopaminérgico») tiene un efecto paradójico, inhibiendo la secreción de hormona de crecimiento. El mecanismo propuesto para explicar este efecto contradictorio es que la Bromocriptina causa la «des-sensibilización» de los receptores dopaminérgicos. De hecho, la Bromocriptina se ha usado como tratamiento de la acromegalia, si bien hoy existen otras opciones farmacológicas, como son los «antagonistas de la hormona de crecimiento» (Lanreótido, Octréotido, Pegvisomant). La actividad dopaminérgica intermedia en la náusea y vómito. Casi todos los «agonistas dopaminérgicos», como cabe prever, tienen como efectos secundarios la náusea y el vómito. Por la misma lógica, los «antagonistas dopaminérgicos D2» en la zona quimiorreceptora del bulbo raquídeo (fenotiazinas, Domperidona, Metoclopramida) son eficaces antieméticos. ASPECTOS DESTACADOS DE LA DOPAMINA • Dopamina es un neurotransmisor, a la vez que un precursor de la síntesis de noradrenalina y adrenalina. • Las cuatro «vías dopaminérgicas» más importantes son: o Nitra-striatum (actividad motora). o Mesolímbica (neuronas desde el cerebro medio al sistema límbico, sobre todo en el núcleo accumbens) («mecanismo emocional de recompensa»). o Mesocortical (neuronas desde el cerebro medio al córtex cerebral) (involucrado en las emociones). o Tuberal-hipofisario (neuronas desde el hipotálamo a la hipófisis) (regulación de la secreción de hormonas hipofisarias). • Existen cinco tipos de receptores dopaminérgicos (D1, D2, D3, D4 y D5). • Los receptores D1 están asociados a los «síntomas negativos» de la esquizofrenia; mientras los receptores D2 se hallan vinculados con los «síntomas positivos» de la esquizofrenia. • El receptor D4 tiene gran polimorfismo en humanos. • La enfermedad neurodegenerativa de Parkinson se halla asociada con una destrucción masiva de neuronas dopaminérgicas en la región nigra-striatum de los ganglios basales. • La dopamina segregada desde el hipotálamo inhibe la secreción de prolactina en la región posterior de la hipófisis; y estimula la secreción de somatotropina desde la región anterior de la hipófisis. • Las vías dopaminérgicas en la región del bulbo raquídeo denominada quimiorreceptora, se hallan implicadas en la náusea y vómito.
La acetil colina
La acetilcolina (AC)
Por Dr. Jorge Góngora Cedeño
Fue el primer neurotransmisor caracterizado tanto en el sistema nervioso periférico (SNP) como en el sistema nervioso central (SNC) de los mamíferos, el cual participa en la regulación de diversas funciones como fenómenos de activación cortical, el paso de sueño a vigilia y procesos de memoria y asociación.
SÍNTESIS
La AC se sintetiza a partir de -la colina y del acetil CoA, en una reacción catalizada por la colina acetiltranferasa (CAT) y existen mecanismos que regulan de manera precisa su síntesis y liberación.
RECEPTORES. ( NICOTINICOS ) Y (MUCARINICOS)
Las técnicas de clonación molecular han permitido la identificación de dos tipos de receptores: ionotrópicos (nicotínicos) y metabotrópicos (muscarínicos) todos ellos acoplados a proteínas G.
-Los receptores M1, M2 y M3 están acoplados a la activación de proteínas Gs, con la consecuente producción del segundo mensajero AMPc.
-Los receptores M2 y M4 inhiben la formación de AMPc, activan canales de K+ y reducen la entrada de iones de Ca++ a través de canales dependientes del voltaje, efectos mediados por proteínas G (Gαi y Gαo).
-Los receptores de acetilcolina se encuentran ampliamente distribuidos en diversas áreas del SNC y en el SNP, en donde cada uno de ellos presenta un patrón de expresión temporal y espacial particular, los cuales pueden sobreponerse durante el desarrollo y son responsables de las diversas acciones fisiológicas de la acetilcolina.
El estudio de los sistemas y receptores colinérgicos del SNC ha generado gran interés, debido a que diversas alteraciones en la transmisión colinérgica han sido relacionadas, directa o indirectamente, con trastornos severos como la enfermedad de Alzheimer y la de Parkinson.
Palabras clave: acetilcolina, acetiltranferasa, receptores ionotrópicos y metabotrópicos, sistemas y receptores colinérgicos, sistema nervioso periférico, sistema nervioso central.
Sacerdocio.
El sacerdocio que la Isla precisa
Autor: Yeilén Delgado Calvo | nacionales@granma.cu
A veces las frases, de tanto estrujarlas día a día, se van quedando descoloridas, un poco huecas. Pero también a veces, si una se detiene a repasarlas, les encuentra el sentido primigenio.
Así me pasa con una que he escuchado mucho en los últimos diez años, desde que decidí entregarme a una profesión tan noble como difícil: «El Periodismo es un sacerdocio».
Me la han dicho profesores, colegas; la he leído y yo misma la he repetido, consciente tal vez de su hondura espiritual, pero no siempre de todos los sacrificios que, como sentencia, anuncia.
Porque el periodista, si se toma en serio ese mandato social, deberá atravesar su propio vía crucis, signado por las inconformidades propias, no escasas hostilidades externas y, con el paso del tiempo, por la asunción de todo lo que la entrega profesional le resta al ámbito personal y al proyecto de familia.
Si de paso hablamos del contexto salarial, alguien ajeno a la dinámica del gremio podría esperar redacciones apagadas; pero lo otro intrigante del oficio es que atrapa y enamora, y se sigue por un «amor al arte», que nada tiene de ingenuo y sí mucho de conciencia y de esa fe en el mejoramiento humano que, por suerte, rocía el devenir cubano.
La prensa de la Isla, apellidada y enraizada como revolucionaria, ha tenido el alto honor de acompañar por casi seis décadas uno de los proyectos de país más originales del mundo.
Pero ese destino –si bien nos hace afortunados, nos ofrece misiones, y nos da la oportunidad de ejercer una militancia genuina desde la sagrada función de informar– también plantea el desafío enorme de perfeccionarnos siempre, sin caer en mediocridades estilísticas, en el saco de la farándula o del amarillismo ramplón.
Como los extremos son siempre malos, el formalismo, la grisura, la falta de diálogo con la realidad circundante, también pueden asesinar el sistema de medios cubanos y, quizá lo más peligroso, hacer tambalear nuestra credibilidad y, junto con ella –no quepa duda de esos vasos comunicantes– la de la Revolución.
Ya un maestro de periodistas, Julio García Luis (1942-2012) estudió el tema desde una inteligencia clara y un muy profundo conocimiento de la realidad de los medios cubanos, en lo que fue su tesis doctoral y es ya un texto clásico, Revolución, Socialismo, Periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI.
Allí escribió: «… la verdad no admite ser administrada, manejada o acicalada; necesitamos la verdad, sea dulce o amarga. La verdad es el respeto al pueblo, a su conciencia, a su lealtad probada, a su capacidad para razonar. La verdad es siempre revolucionaria».
En esa misma cuerda de racionalidad enamorada, este Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba nos conmina, porque la verdad necesita de nosotros.
Y debemos rehuir el peligro de tomarlo solo como lema.
Salario, relación prensa-Partido, tecnología, reticencias de la fuente, atención a los jóvenes profesionales (entiéndase motivación)… han sido asuntos recurrentes en los congresos y de seguro estarán en este.
Sin embargo, el contexto del hoy cubano reclama mucho más de ese espacio que una catarsis descompresora, que un mero pase de revista o chequeo de tareas.
Quisiera que fuera una plaza para generar consensos entre los propios periodistas, y entre estos y la dirección del país; donde se establecieran puntos concretos para hacer que la Política de Comunicación recién aprobada tenga un cauce transformador.
Dignificación de las condiciones materiales de los medios y un salario y un sistema de evaluación que honren el esfuerzo de los profesionales del sector y estimulen la calidad y la entrega, por sobre las dañinas comodidades, son proyecciones en las que habrá que trabajar a pasos acelerados.
Mas sería pecar de ingenuos creer que solo con recursos resolveremos los problemas. Nuestras redacciones no pueden competir con las altas cifras que pagan los eufemísticamente llamados medios «alternativos» (privados), pero no debe permitirse que alguien se marche de ellas buscando sitio para la innovación formal y estilística, para la libertad creativa…en fin, la realización profesional.
Aunque el caballero Don dinero es poderoso, no ilumina, y ya habrá tiempo para que la historia juzgue a quienes se prestan a una guerra baja contra los medios oficiales en los que no se quedaron para ayudar a construir.
No obstante, seremos mejores plataformas para pensar e interpretar la contemporaneidad si a los puestos de dirección llega la o él periodista más preparado, atrevido, con ascendencia entre su colectivo. Si dentro de los medios desterramos la competencia fútil y premiamos el talento y el trabajo sobre las condiciones de «vacas sagradas» que convierten en intocables a unos por sobre otros.
Que quien dirija un medio se imponga de las facultades otorgadas y no le haga el juego a las instituciones que creen cerrar con un «no» el abordaje de determinado asunto; que acortemos la brecha entre el discurso público de algunos periodistas y la eficacia de lo que realmente hacen; que no nos amparemos en justificaciones para no entregar un producto informativo, más que digno, estremecedor, son retos gremiales y de país.
Sobre todo ello debe primar la ética, porque qué sería de la prensa cubana sin su limpia tradición martiana.
Los medios han de ser ejemplo para el resto de la sociedad; capaces de defenderla, unirla, impulsarla; y pilares para que la cultura comunicacional se entronice y haga natural. La verdad nos precisa, así como Cuba.
sábado, 14 de julio de 2018
Tiroide
LA GLÁNDULA TIROIDES
La glándula Tiroides se encuentra en la parte central de nuestro cuello. La misma se asemeja a la forma de una mariposa, conformada por dos alas, que serían los lóbulos derecho e izquierdo y la parte central llamada Istmo.
La glándula regula funciones esenciales en nuestro cuerpo como la frecuencia cardíaca, el tránsito gastrointestinal, la temperatura corporal y el peso entre otras.
Los nódulos en la glándula tienen una alta frecuencia en su diagnóstico, el cual ha aumentado en los últimos años debido a la demanda en estudios como la ecografía. Esta última es la mejor herramienta para estudiar los nódulos tiroideos. De estos últimos, solo un 5 % resultan malignos. Es decir que al momento que a un paciente le diagnostican ya sea por palpación o ecografia un nódulo, el 95% de los casos será benigno.
Como sabemos que un nódulo es maligno o benigno?
Una vez que tenemos el diagnostico de un nódulo (llamado bocio nodular no tóxico) según criterios como el tamaño y ciertas características pediremos una punción con aguja fina. Esto es un procedimiento ambulatorio en el cual se retira material con una aguja y se rescata líquido que tendrá células para ser analizadas en el microscopio y evaluadas según criterios para darnos a los médicos una clasificación llamada de Bethesda.
Con esta clasificación logramos 6 clases. Clase I y II, los cuales se controlan con una ecografia a los 6 meses, la clase III que no es definitoria de diagnostico y se controla con nueva punción en tiempo prudencial y las clases IV, V y VI que requieren conducta quirúrgica.
La punción no es definitiva de diagnostico, existen falsos positivos y la ultima palabra la tiene la anatomía patológica que será la pieza quirúrgica que se extraiga en la cirugía.
Es importante mencionar que hay distintos tipos de tumores de tiroides dentro de los que podemos citar al carcinoma papilar, folicular, medular y otros como anaplásico y linfomas; éstos se siguen de una manera distinta y la conducta terapéutica también será diferente. El carcinoma papilar es el mas frecuente, siguiendo el folicular y en casos sobre todo familiares el carcinoma medular, el cual es motivo de otro capitulo.
Una vez que tenemos diagnostico y conducta quirúrgica, cual es el siguiente paso?
Una vez que contamos con la anatomía patológica, podemos evaluar la necesidad de realizar tratamiento con iodo radioactivo, por suerte en los últimos años se ha revisado la indicación de la misma por lo que los endocrinólogos la prescribimos con mayor cautela.
El tratamiento con iodo radioactivo tiene indicaciones precisas que se encuentran dentro de consensos a nivel nacional e internacional.
El iodo radioactivo se ingiere por via oral y el paciente debe aislarse por un periodo promedio de 7 a 10 días. Este procedimiento se realiza bajos los efectos del carencia de la glándula tiroides lo cual muchas veces puede producir síntomas en los pacientes. Hoy contamos con TSH recombinante para poder realizar el procedimiento sin síntomas de hipotiroidismo. (Consultar con el profesional si el paciente puede aplicar TSH recombinante).
Luego de los días de aislamiento (que sean necesarios) se realiza un rastreo corporal total, el cuál es similar a una foto para ver si el iodo radioactivo ha captado en alguna parte del cuerpo y en función de estos datos continuar con la evaluación del paciente.
Hasta ahora mencionamos la cirugía, el iodo radioactivo y nos faltaría la 3ra pata del tratamiento, la hormona tiroidea. Por un lado nos cubre de la carencia de la misma producto de la cirugía y por el otro, nos ayuda a tener una inhibición de crecimiento de células tiroideas en el cuerpo. A este tratamiento se lo conoce como tratamiento supresivo. El objetivo primordial será tener al paciente con valores de TSH muy bajos generando un hipertiroidismo subclinico.
Si bien el cáncer de tiroides tiene un pronostico excelente en la mayoría de los casos, es importante el control de por vida, sobre todo los primeros 5 a 10 años luego de la cirugía.
El tiempo. Revisión
Entender qué es la percepción del tiempo es una de las grandes cuestiones que aún no han resuelto los científicos. Comprender qué es el tiempo en sí mismo ya es un gran reto. Precisamente, un conocido actor americano, Alan Alda, que trabaja en una universidad de periodismo neoyorkina, ha planteado esta pregunta a los científicos que estudian el tiempo (http://www.centerforcommunicatingscience.org/the-flame-challenge-2/).
Se trata de un concurso donde los científicos intentarán explicar qué es el tiempo de forma que lo pueda entender un niño de 11 años. Serán los propios niños, unos 6000, los que harán de jurado.
Block (1990) distingue tres campos de investigación en la psicología del tiempo:
los ritmos biológicos
las experiencias de duración
el estudio del tiempo histórico-cultural.
En relación con los ritmos biológicos y las experiencias de duración, que constituyen el foco del presente artículo, podemos considerar que en nuestro cerebro tenemos varios relojes, cada uno especializado en medir un rango de duración concreto.
Uno de ellos es el reloj circadiano, sintonizado para medir duraciones en torno a las horas del día. Está formado por un núcleo de neuronas situado en el hipotálamo, y se encarga del control de nuestros horarios de vigilia y sueño, de alimentación, etc.
Este es el famoso reloj que se desajusta cuando hacemos un largo viaje en avión y provoca el fenómeno conocido como “jetlag”.
Nuestro cerebro además cuenta con un reloj de milisegundos, capaz de procesar con gran precisión intervalos muy breves. Este cronometraje es muy importante para, entre otras cosas, percibir el habla correctamente (p. ej., distinguir dos fonemas que se diferencian en una pequeñísima duración), para escuchar música (percepción del ritmo), o para el control de nuestros movimientos (p. ej., cuando intentamos capturar una pelota al vuelo).
Finalmente, el reloj cognitivo sirve para medir duraciones comprendidas entre segundos y minutos y se encarga de nuestra experiencia consciente del paso del tiempo. La gran ventaja de este reloj es que es muy flexible, es decir, se puede poner en marcha y parar cuando queramos. Sin embargo, el reloj cognitivo tiene como inconveniente el que existen multitud de factores que pueden alterar la exactitud de sus mediciones con relativa facilidad.
Si nos centramos en el reloj cognitivo, podemos definir la percepción del tiempo como un fenómeno complejo que requiere de la participación orquestada de varios procesos cognitivos. Entre estos procesos destacan la memoria y la atención que prestamos al paso del tiempo. El filósofo y matemático Bertrand Russell (1992) puso de manifiesto la importancia de la memoria en la percepción del tiempo con gran claridad: “Cuando miramos el reloj, podemos ver moverse el segundero, pero sólo la memoria nos dice que las manecillas de los minutos y las horas se han movido”. Esta afirmación además ilustra una de las estrategias que adoptamos para afrontar la difícil tarea de percibir el tiempo: la utilización de representaciones espaciales concretas para representar entes abstractos, como a veces ocurre con el concepto de tiempo (Román, 2007).
Por otra parte, la atención que prestamos a los eventos también es un factor crucial que determina el funcionamiento de nuestro reloj cognitivo. Tenemos dos dichos populares que lo ilustran muy bien. El primero se le atribuye al científico Benjamin Franklin y, traducido del inglés, sería aproximadamente: “Una olla observada nunca rompe a hervir”. Es decir, cuando prestamos mucha atención a que ocurra algo y, por tanto, nos focalizamos en el paso del tiempo, experimentamos una sensación subjetiva de que el tiempo pasa muy despacio. Es lo mismo que ocurre cuando estamos aburridos, enfermos o esperamos a que nos llame alguien importante (como cantaba la artista Madonna en su canción “Hung up”). Estas situaciones tienen en común que, al no haber nada más interesante en qué pensar, el paso del tiempo se convierte en el foco de nuestra atención, y esto distorsiona nuestra sensación, haciendo que el tiempo se alargue hasta la eternidad.
El segundo dicho expresa que “el tiempo pasa volando cuando lo estás pasando bien”. En esta situación ocurriría todo lo contrario: si estamos viendo una película muy entretenida o estamos realizando una actividad muy absorbente, eso es lo que captura nuestro foco de atención y el tiempo pasa sin que seamos conscientes de ello. Es como si, al distraernos, perdiéramos la cuenta de algunos tic tac o pulsos de nuestro reloj cognitivo y tenemos la sensación de que se acorta el tiempo.
Es interesante destacar que situaciones como las anteriores, en las que el tiempo se alarga o se acorta, suelen llevar asociado un importante componente emocional, de modo que la relación entre las emociones y la percepción del tiempo es muy estrecha (Droit-Volet y Meck, 2007). Por ejemplo, cuando percibimos que no nos va a dar tiempo a hacer algo que tenemos que hacer (terminar de preparar un examen, llegar a tiempo a una reunión mientras estamos en un atasco de tráfico), solemos experimentar emociones negativas como la ansiedad y el estrés.
La relación entre la percepción del tiempo y nuestras emociones también ocurre en sentido inverso, es decir, las emociones influyen en cómo percibimos el tiempo. El neurocientífico David Eagleman realizó un experimento donde los participantes tenían que saltar desde una plataforma de 15 plantas de altura a una red, y después estimaban cuánto tiempo había durado el salto (Stetson, Fiesta y Eagleman, 2007). Los participantes de este estudio estimaron que el salto duró tres veces más de lo que realmente duró (tres segundos). Parece que las emociones fuertes, como las que producen algunos deportes de riesgo, distorsionan profundamente nuestra sensación del paso del tiempo y, por tanto, afectan a nuestro reloj cognitivo.
Aunque todavía existen muchas incógnitas acerca de cómo el cerebro es capaz de percibir el tiempo, recientemente se están produciendo importantes avances respecto a cuáles son las áreas cerebrales más relevantes. Una de las ideas más aceptadas es que la percepción del tiempo implica la actuación coordinada de una red de estructuras cerebrales, tanto subcorticales (ganglios de la base y cerebelo, zonas de nuestro cerebro primitivo relacionadas con el control de los movimientos), como zonas de la corteza cerebral, cuya estructura clave está en la parte frontal (véase Correa, Lupiáñez y Tudela, 2006, para una revisión en castellano; Coull, Vidal, Nazarian y Macar, 2004).
En la Universidad de Granada hemos realizado una investigación donde encontramos que los pacientes que han sufrido una lesión cerebral en la parte frontal del cerebro tienen serios problemas para percibir el tiempo y para hacer uso de la información temporal (Triviño, Correa, Arnedo, y Lupiáñez, 2010; para un resumen en castellano véase Triviño, Correa, Arnedo y Lupiáñez, 2010).
Las dificultades que tienen estos pacientes para percibir el tiempo se parecen a lo que ocurre con los niños cuando, p.ej., en un viaje de coche están continuamente preguntando “¿papá, cuánto falta para llegar?”. Aunque les respondamos que faltan cinco minutos, ellos sólo esperarán uno antes de volver a preguntar. Justamente, la parte frontal del cerebro, importante para la percepción del tiempo, es la que más inmadura se encuentra en los niños.
Así, los niños pequeños, al igual que los pacientes con lesión frontal, no tienen una percepción del tiempo muy ajustada a la realidad. Digamos que un minuto les parece como si durara horas.
la volatilidad de nuestra capacidad para percibir el paso del tiempo. La memoria, la atención y nuestras emociones, junto con sus estructuras neurales subyacentes, forman un complejo entramado de procesos neurocognitivos cuya precisión para estimar el tiempo puede verse alterada con relativa facilidad.
Referencias
Block, R. A. (1990). Cognitive models of psychological time. Hillsdale: Lawrence Erlbaum Associates.
Correa, A., Lupiáñez, J. y Tudela (2006). La percepción del tiempo: Una revisión desde la Neurociencia Cognitiva. Cognitiva, 18, 145-160.
Coull, J. T., Vidal, F., Nazarian, B. y Macar, F. (2004). Functional anatomy of the attentional modulation of time estimation. Science, 303, 1506-1508.
Droit-Volet, S., y Meck, W. H. (2007). How emotions colour our perception of time. Trends in Cognitive Sciences, 11, 504-513.
Stetson, C., Fiesta, M. P., y Eagleman, D. M. (2007). Does time really slow down during a frightening event? PloS ONE, 2(12), e1295. doi:10.1371/journal.pone.0001295
Triviño, M., Correa, A., Arnedo, M. y Lupiáñez, J. (2010). Temporal orienting deficit after prefrontal damage. Brain, 133, 1173-1185.
El Sistema Universal del tiempo.
El tiempo, la vida y la muerte.
Por Dr. Jorge Luis Góngora Cedeño.
Teoría: El tiempo como sistema natural de nuestra existencia, ritmicidad, periodicidad y programación.
El sistema universal del tiempo está en sincronía, es decir sintonizado con todos los demás sistemas del universo, los sistemas o fenómenos fisico-quimicos como biológicos.
Es una verdad muy objetiva y real. Es el tiempo uno de los " bienes más preciado de la especie ya que " No producimos tiempo " . Sólo gastamos o consumimos el tiempo.
Las definiciones y conceptos las da el propio hombre. El concepto de tiempo asociado a los sistemas de vida- muerte va unido a la idea de "cambio". Muchas disciplinas se han interesado a lo largo de la historia por desentrañar los mecanismos que nos posibilitan aprehender el fenómeno del tiempo, la vida- muerte. La muerte no es absoluta, no existe. El registro de tales cambios hace que el hombre establezca ciertas definiciones en el orden bioquímico, biofisicos y biológico.
¿ qué es la vida?
¿ qué es el tiempo?
¿ qué es la muerte?.
Según la manera que este la " materia y los cambios que en ella ocurra, así usted definiría el estado de los cuerpos.
El tiempo.
Es uno de los sistemas más importante de nuestro universo. Todo se enmarca en el tiempo.
Es un sistema resultado de la evolución natural, regido por leyes del universo enmarcado en dimensiones bioquímicas, biofisicas y biológicas en sincronía temporoespacial. El tiempo es un verdadero sistema intrínseco de cada uno de los sucesos que ocurren en la naturaleza donde podemos encontrar ritmicidad o periodicidad tanto a niveles macroscópicos como microscópicos.
Sistemas de tiempo con ritmicidad y periodicidad de nuestro universo.
1- Las órbitas de los planetas.
2- Los equinoccios.
3- Los años solares.
4- Los periodos de día y noche.
5- La fotoperiodicidad de las plantas.
6- Los ritmos circadianos en los animales.
7- Los ciclos en la división de las células.
8- La frecuencia de las ondas electromagnéticas.
9- las órbitas de los electrones en los átomos.
etcétera.
Todos los acontecimientos naturales están regido por el "sistema del tiempo", es una propiedad inherente al sistema de nuestro universo, con lógica propia.
De otra manera, escapa de nuestra comprensión imaginar un organismo cuyas interacciones con el ambiente no queden enmarcadas en las coordenadas espaciotemporales por las que se rigen los acontecimientos naturales (v.g., Lashley, 1951). Por tanto, la evolución de un sistema que sea sensible a la dimensión temporal parece un requisito básico para la supervivencia.
La programación y durabilidad de cada sistema basado en el fenómeno del tiempo. La durabilidad es resultado de una programación rítmica con cierta periodicidad.
El carter cíclico de los sistemas es condición básica del universo.
Propiedades del sistema del tiempo.
1- Cambia.
2- Ritmicidad.
3- Durabilidad
4- Cíclico.
5- Frecuencia
6- Periodicidad.
Cambio. Muchas veces decimos con el tiempo las cosas cambian. Decimos además el tiempo lo puede y lo cambia todo. Modifica las características o propiedades de los sistemas.
Brevemente la comprensión de algunos subsistemas del SISTEMA UNIVERSAL DEL TIEMPO.
1- El sistema cosmológico del tiempo y meteorológico.
2- El sistema químico del tiempo.
3- El sistema físico o metafísico o astrofísico del tiempo.
4- El sistema biológico del tiempo.
El Sistema físico del tiempo. Los bienes materiales tienen un tiempo, luego se produce un cambio.
SISTEMA BIOLÓGICO DEL TIEMPO.( Reloj biológicos)
El sistema biológico del tiempo es controlado por el cerebro. Todos los sistemas biológicos del tiempo están controlados por el encéfalo donde existe un sistema de programación rítmico, con determinada durabilidad y periocidad. Todas las células del cuerpo tienen su sistema de tiempo programado, donde las células madres se encargan de reproducir y sustituirlas según ciclo celular. La participación orquestada de todo el sistema biológico del tiempo es una de las propiedades mas importante de los seres vivos.
El tiempo bioligico en los seres vivos.
Toda la arquitectura humana está sincronizada intrínsica y intrínsecamente con el Sistema universal del tiempo.
Sistemas de vida de los hematies. 120 días.
Sistemas de queratogenesis.
Sistema de cicatrizacion
Sistema de sueño.
Sistema de vigilia.
Sistema ontogenico
Existen un grupo importante de científicos del área de Ciencias biológicas que estudian el tiempo. Los que tienen algunas interrogantes como.
1- Entender qué es la percepción del tiempo.
2- Comprender qué es el tiempo.
Este es un gran reto hoy para la comunidad científica.
Block (1990) distingue tres campos de investigación en la psicología del tiempo:
1- Los ritmos biológicos
2- Las experiencias de duración
3 - El estudio del tiempo histórico-cultural.
En relación con los ritmos biológicos y las experiencias de duración, podemos considerar que en nuestro cerebro tenemos varios relojes, cada uno especializado en medir un rango de duración concreto.
Uno de ellos es el reloj circadiano, sintonizado para medir duraciones en torno a las horas del día. Está formado por un núcleo de neuronas situado en el hipotálamo, y se encarga del control de nuestros horarios de vigilia y sueño, de alimentación, etc.
Este es el famoso reloj que se desajusta cuando hacemos un largo viaje en avión y provoca el fenómeno conocido como “jetlag”.
Nuestro cerebro además cuenta con un reloj de milisegundos, capaz de procesar con gran precisión intervalos muy breves. Este cronometraje es muy importante para, entre otras cosas, percibir el habla correctamente (p. ej., distinguir dos fonemas que se diferencian en una pequeñísima duración), para escuchar música (percepción del ritmo), o para el control de nuestros movimientos (p. ej., cuando intentamos capturar una pelota al vuelo).
Finalmente, el reloj cognitivo sirve para medir duraciones comprendidas entre segundos y minutos y se encarga de nuestra experiencia consciente del paso del tiempo. La gran ventaja de este reloj es que es muy flexible, es decir, se puede poner en marcha y parar cuando queramos. Sin embargo, el reloj cognitivo tiene como inconveniente el que existen multitud de factores que pueden alterar la exactitud de sus mediciones con relativa facilidad.
Si nos centramos en el reloj cognitivo, podemos definir la percepción del tiempo como un fenómeno complejo que requiere de la participación orquestada de varios procesos cognitivos. Entre estos procesos destacan la memoria y la atención que prestamos al paso del tiempo. El filósofo y matemático Bertrand Russell (1992) puso de manifiesto la importancia de la memoria en la percepción del tiempo con gran claridad: “Cuando miramos el reloj, podemos ver moverse el segundero, pero sólo la memoria nos dice que las manecillas de los minutos y las horas se han movido”. Esta afirmación además ilustra una de las estrategias que adoptamos para afrontar la difícil tarea de percibir el tiempo: la utilización de representaciones espaciales concretas para representar entes abstractos, como a veces ocurre con el concepto de tiempo (Román, 2007).
Por otra parte, la atención que prestamos a los eventos también es un factor crucial que determina el funcionamiento de nuestro reloj cognitivo. Tenemos dos dichos populares que lo ilustran muy bien. El primero se le atribuye al científico Benjamin Franklin y, traducido del inglés, sería aproximadamente: “Una olla observada nunca rompe a hervir”. Es decir, cuando prestamos mucha atención a que ocurra algo y, por tanto, nos focalizamos en el paso del tiempo, experimentamos una sensación subjetiva de que el tiempo pasa muy despacio. Es lo mismo que ocurre cuando estamos aburridos, enfermos o esperamos a que nos llame alguien importante (como cantaba la artista Madonna en su canción “Hung up”). Estas situaciones tienen en común que, al no haber nada más interesante en qué pensar, el paso del tiempo se convierte en el foco de nuestra atención, y esto distorsiona nuestra sensación, haciendo que el tiempo se alargue hasta la eternidad.
El segundo dicho expresa que “el tiempo pasa volando cuando lo estás pasando bien”. En esta situación ocurriría todo lo contrario: si estamos viendo una película muy entretenida o estamos realizando una actividad muy absorbente, eso es lo que captura nuestro foco de atención y el tiempo pasa sin que seamos conscientes de ello. Es como si, al distraernos, perdiéramos la cuenta de algunos tic tac o pulsos de nuestro reloj cognitivo y tenemos la sensación de que se acorta el tiempo.
Es interesante destacar que situaciones como las anteriores, en las que el tiempo se alarga o se acorta, suelen llevar asociado un importante componente emocional, de modo que la relación entre las emociones y la percepción del tiempo es muy estrecha (Droit-Volet y Meck, 2007). Por ejemplo, cuando percibimos que no nos va a dar tiempo a hacer algo que tenemos que hacer (terminar de preparar un examen, llegar a tiempo a una reunión mientras estamos en un atasco de tráfico), solemos experimentar emociones negativas como la ansiedad y el estrés.
La relación entre la percepción del tiempo y nuestras emociones también ocurre en sentido inverso, es decir, las emociones influyen en cómo percibimos el tiempo. El neurocientífico David Eagleman realizó un experimento donde los participantes tenían que saltar desde una plataforma de 15 plantas de altura a una red, y después estimaban cuánto tiempo había durado el salto (Stetson, Fiesta y Eagleman, 2007). Los participantes de este estudio estimaron que el salto duró tres veces más de lo que realmente duró (tres segundos). Parece que las emociones fuertes, como las que producen algunos deportes de riesgo, distorsionan profundamente nuestra sensación del paso del tiempo y, por tanto, afectan a nuestro reloj cognitivo.
Aunque todavía existen muchas incógnitas acerca de cómo el cerebro es capaz de percibir el tiempo, recientemente se están produciendo importantes avances respecto a cuáles son las áreas cerebrales más relevantes. Una de las ideas más aceptadas es que la percepción del tiempo implica la actuación coordinada de una red de estructuras cerebrales, tanto subcorticales (ganglios de la base y cerebelo, zonas de nuestro cerebro primitivo relacionadas con el control de los movimientos), como zonas de la corteza cerebral, cuya estructura clave está en la parte frontal (véase Correa, Lupiáñez y Tudela, 2006, para una revisión en castellano; Coull, Vidal, Nazarian y Macar, 2004).
En la Universidad de Granada hemos realizado una investigación donde encontramos que los pacientes que han sufrido una lesión cerebral en la parte frontal del cerebro tienen serios problemas para percibir el tiempo y para hacer uso de la información temporal (Triviño, Correa, Arnedo, y Lupiáñez, 2010; para un resumen en castellano véase Triviño, Correa, Arnedo y Lupiáñez, 2010).
Las dificultades que tienen estos pacientes para percibir el tiempo se parecen a lo que ocurre con los niños cuando, p.ej., en un viaje de coche están continuamente preguntando “¿papá, cuánto falta para llegar?”. Aunque les respondamos que faltan cinco minutos, ellos sólo esperarán uno antes de volver a preguntar. Justamente, la parte frontal del cerebro, importante para la percepción del tiempo, es la que más inmadura se encuentra en los niños.
Así, los niños pequeños, al igual que los pacientes con lesión frontal, no tienen una percepción del tiempo muy ajustada a la realidad. Digamos que un minuto les parece como si durara horas.
la volatilidad de nuestra capacidad para percibir el paso del tiempo. La memoria, la atención y nuestras emociones, junto con sus estructuras neurales subyacentes, forman un complejo entramado de procesos neurocognitivos cuya precisión para estimar el tiempo puede verse alterada con relativa facilidad.
Referencias
Block, R. A. (1990). Cognitive models of psychological time. Hillsdale: Lawrence Erlbaum Associates.
Correa, A., Lupiáñez, J. y Tudela (2006). La percepción del tiempo: Una revisión desde la Neurociencia Cognitiva. Cognitiva, 18, 145-160.
Coull, J. T., Vidal, F., Nazarian, B. y Macar, F. (2004). Functional anatomy of the attentional modulation of time estimation. Science, 303, 1506-1508.
Droit-Volet, S., y Meck, W. H. (2007). How emotions colour our perception of time. Trends in Cognitive Sciences, 11, 504-513.
Stetson, C., Fiesta, M. P., y Eagleman, D. M. (2007). Does time really slow down during a frightening event? PloS ONE, 2(12), e1295. doi:10.1371/journal.pone.0001295
Triviño, M., Correa, A., Arnedo, M. y Lupiáñez, J. (2010). Temporal orienting deficit after prefrontal damage. Brain, 133, 1173-1185.
El tiempo.
APROXIMACIÓN FILOSÓFICA A LA COMPRENSIÓN DEL TIEMPO
El tiempo es un concepto que fácilmente desborda nuestra comprensión y que frecuentemente adquiere un valor trascendental que lo sitúa en el ámbito de la metafísica, lo cual ha dificultado a lo largo de la historia un acercamiento científico al mismo. No obstante, entender el fenómeno del tiempo siempre ha preocupado a los filósofos, astrónomos, físicos, psicólogos o neurocientíficos, entre otros.
¿Por qué nos fascina de esta manera?
La respuesta podría estar en el hecho de que posee la característica de la ubicuidad. El tiempo es tan intrínseco a cada uno de los sucesos que ocurren en la naturaleza que podemos encontrar ritmicidad o periodicidad tanto a niveles macroscópicos como microscópicos, por ejemplo
en las órbitas de los planetas,
los equinoccios,
años solares,
los periodos de día y noche,
la fotoperiodicidad de las plantas,
los ritmos circadianos en los animales,
los ciclos en la división de las células,
la frecuencia de las ondas electromagnéticas, las órbitas de los electrones en los átomos, etcétera.
Realmente, sería difícil imaginar como podría desarrollarse la vida al margen de la dimensión de tiempo.
En la mitología griega, encontramos la figura de Cronos, el dios del tiempo. Cronos devoró a sus hijos para conseguir la inmortalidad. El tiempo también parece consumirlo todo, permaneciendo indestructible.
Desde la filosofía, Aristóteles creía en la existencia de un tiempo absoluto. Es decir, dos observadores, sean cualesquiera que sean sus circunstancias, obtendrían una misma medida de un intervalo de tiempo entre dos sucesos con la única condición de que tuvieran un reloj lo suficientemente preciso.
El tiempo se consideraba como un marco de referencia fijo, inmutable, sobre el que van sucediendo los acontecimientos. De este modo, era lógico pensar que el tiempo había existido desde siempre. Sin embargo, Kant (1781, véase Kant, 1966) niega al tiempo esa realidad absoluta que le concedía Aristóteles. Según Kant, “el tiempo es únicamente una
..... condición subjetiva de nuestra intuición humana (que es siempre sensible, es decir, en la medida en que somos afectados por objetos), y en sí mismo, fuera del sujeto, no es nada” [p. 32]1. Además, “el tiempo es la forma de la intuición de nosotros mismos y de nuestro estado interior. El tiempo no puede ser una determinación de los fenómenos externos, no pertenece ni a la figura ni a la situación, etcétera, sino que determina la relación de las representaciones en nuestros estados internos. Como esta..... intuición interior ....no tiene figura alguna, procuramos suplir esta falta por analogía y nos representamos la sucesión del tiempo con una línea prolongable hasta lo infinito, cuyas diversas partes constituyen una serie que es de una sola dimensión, y derivamos de las propiedades de esta línea todas las del tiempo excepto una: que las partes de las líneas son simultáneas, mientras que las del tiempo son siempre sucesivas” [p. 31]. En resumen, el tiempo existe como forma a priori de la perceptibilidad, es decir, como condición de la posibilidad de nuestra percepción y previa a ella
. La subjetivación del tiempo de Kant constituye una aproximación muy importante para el estudio científico del tiempo, pues nos obliga a indagar en una de las estructuras básicas del aparato perceptual.
Desde la física, las ideas que han dominado el panorama científico durante cuatro siglos surgen en el contexto de la mecánica clásica. Newton, al igual que Aristóteles, era fiel defensor de la existencia de un tiempo y un espacio absolutos, de la misma manera que creía en la existencia de un Dios absoluto. No obstante, la teoría de la relatividad ha supuesto una gran revolución en la concepción científica sobre el tiempo. Pero, ¿cómo repercute esto en la aproximación psicológica al estudio del tiempo? Básicamente, con la teoría de la relatividad se introduce
un concepto que impulsa una definición del tiempo más ligada a los fenómenos naturales que a los metafísicos, que es la “flecha del tiempo” (Hawking, 1988; véase también Riba, 2002, para una breve introducción en castellano a la filosofía y física del tiempo). El concepto de tiempo siempre va ligado a la idea de cambio, por ejemplo, en el estado de la materia. Este cambio siempre ocurre en la dirección que apunta la flecha del tiempo, es decir, de “atrás” hacia “delante”, de “antes” a “después”. En principio, se postulan tres flechas del tiempo. La flecha termodinámica es la dirección del tiempo en la que el desorden o entropía aumenta. La flecha cosmológica es la dirección del tiempo en la que el universo está expandiéndose en lugar de contrayéndose. La flecha psicológica es la dirección en la que sentimos que pasa el tiempo, la dirección en la que recordamos el pasado pero no el futuro. La flecha psicológica pone de manifiesto que la Psicología tiene mucho que decir en el estudio del tiempo, como apuntaba Kant, al considerarlo como un fenómeno resultante de nuestra forma de percibir el mundo. Al respecto, Bertrand Russell (1992) considera que la memoria es esencial en la percepción del cambio, o sea, del tiempo: “Cuando miramos el reloj, podemos ver moverse el segundero, pero sólo la memoria nos dice que las manecillas de los minutos y las horas se han movido” [p. 220]. Por otro lado, la teoría de la relatividad también aporta el concepto de la dimensión “espacio-tiempo”, lo que manifiesta la necesidad de considerar conjuntamente ambos aspectos en el estudio de la cognición, ya que nuestro sistema cognitivo, como cualquier elemento de la naturaleza, está constantemente influido y limitado por la dimensión espaciotemporal del contexto. Así, del mismo modo que tradicionalmente se han estudiado procesos cognitivos ligados al espacio (percepción del espacio, atención, memoria o aprendizaje espacial), también es necesario estudiarlos en relación con el tiempo (véase también, Rosa y Travieso, 2002), porque ambas dimensiones se influyen de forma recíproca. De este modo, para comprender profundamente el fenómeno general de la percepción no sólo es importante la percepción del espacio sino también la percepción del tiempo, ya que espacio y tiempo son dos atributos indispensables de la percepción (Kubovy, 1981). En consecuencia, en el próximo apartado se profundiza en las aproximaciones psicológicas al estudio experimental de la percepción del tiempo. APROXIMACIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL A LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO Desde un nivel computacional de explicación (Marr, 1982), es posible justificar el estudio del fenómeno de la computación del tiempo2, siguiendo una aproximación evolucionista. Desde esta perspectiva, la coordinación temporal en cuanto a secuenciación y cronometraje de los elementos constituyentes de procesos cognitivos o acciones motoras complejas, la representación perceptual coherente de los patrones temporales que presenta la sucesión de elementos en la naturaleza, o la anticipación temporal de la ocurrencia futura de acontecimientos, son aspectos de vital importancia para una adaptación exitosa al medio. De otra manera, escapa de nuestra comprensión imaginar un organismo cuyas interacciones con el ambiente no queden enmarcadas en las coordenadas espaciotemporales por las que se rigen los acontecimientos naturales (v.g., Lashley, 1951). Por tanto, la evolución de un sistema que sea sensible a la dimensión temporal parece un requisito básico para la supervivencia. La preocupación por el tiempo desde la Psicología se remonta prácticamente a los orígenes mismos de la disciplina. Por ejemplo, en el siglo XIX Külpe formu
El tiempo y la muerte.
El tiempo y la muerte.
Las definiciones y conceptos las da el propio hombre. El concepto de tiempo y muerte va unido a la idea de cambio. Muchas disciplinas se han interesado a lo largo de la historia por desentrañar los mecanismos que nos posibilitan aprehender el fenómeno del tiempo y la muerte. La muerte no es absoluta, no existe. El registro de tales cambios hace que el hombre establezca ciertas definiciones en el orden bioquímico, biofisicos y biológico.
¿ qué es la vida?
¿ qué es el tiempo?
¿ qué es la muerte?.
Según la manera que este la " materia y los cambios que en ella ocurra, así usted definiría el estado de los cuerpos.
El tiempo.
Es un sistema, resultado de la evolución natural, regido por leyes del universo enmarcado en dimensiones bioquímicas, biofisicas y biológicas en sincronía con temporoespacial.
De otra manera, escapa de nuestra comprensión imaginar un organismo cuyas interacciones con el ambiente no queden enmarcadas en las coordenadas espaciotemporales por las que se rigen los acontecimientos naturales (v.g., Lashley, 1951). Por tanto, la evolución de un sistema que sea sensible a la dimensión temporal parece un requisito básico para la supervivencia.