sábado, 6 de octubre de 2018

El tiempo vivido

EL TIEMPO VIVIDO
Un hombre entró a un cementerio con el objeto de saludar a un ser querido que estaba allí sepultado. De repente se extravió por un sendero y entró, sin darse cuenta, a un pabellón donde observó algunas lápidas con inscripciones fuera de lo común. Una decía “Aquí yace Fernanda, quien vivió ocho meses, cuatro días y nueve horas”. En otra encontró esta leyenda: “Armando Menéndez, quien vivió siete años, dos meses y veinte horas”. Unos pasos más allá, otra placa que rezaba: “En honor de Angela Rivera, quien vivió 12 años, setenta y dos días y quince horas”

La cantidad de inscripciones de esta clase le hizo suponer que estaba en un cementerio de niños. En ese momento vio venir a uno de los encargados del lugar y le preguntó:

--- ¿Por qué anotan el tiempo que estos niños vivieron? ¿Por qué tantos niños muertos? ¿Acaso hay una maldición en este pueblo?

El cuidador respondió:

---En este pueblo tenemos la costumbre de entregarle una libreta a cada joven que llega a la adolescencia. En una de sus páginas debe anotar los momentos más célebres de su vida; en la otra el tiempo que duró ese disfrute. Desde entonces, el muchacho registra los momentos en que goza intensamente, y el tiempo que duró ese gozo. Casi todos describen las emociones del primer beso, los minutos que duró y la pasión que sintieron. Registran una voz amable, un consejo recibido, y el tiempo que duraron los sentimientos a ellos asociados. El día del matrimonio, el nacimiento del primer hijo, el viaje más deseado, el encuentro repentino con alguien querido, los éxitos en el trabajo. La felicidad que experimentaron cuando ayudaron a alguien. Todos son acontecimientos que se anotan en esa libreta, por lo que representan en nuestras vidas.

Este es el verdadero tiempo vivido, porque nacimos para ser felices, disfrutar de la naturaleza, amar, ayudar a los demás, trabajar y estar en paz. Lo demás no es vida.

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